lunes, 14 de agosto de 2017

LA MODERNIZACIÓN DE LAS ESCUELAS INFANTILES EN CATALUÑA

La modernización que experimenta la escuela infantil catalana, en las primeras décadas del siglo XX, debe enmarcarse en el Movimiento Novecentismo, porque pretende construir un nuevo país y una nueva ciudadanía, procurando una sociedad integradora, estructurada y cohesionada.

Desde las primeras décadas del siglo XX hasta final de la Segunda República, el programa modernizador de la Educación y de la Escuela Infantil en Cataluña, recibió el impulso de corrientes ideológicas, como el republicanismo o el anarquismo, que valoraron la importancia de la Educación de la primera infancia.

Las escuelas infantiles y su modernización contó también con el apoyo del movimiento feminista, que defendía la incorporación de la mujer a la vida social, laboral y cultural. Este movimiento feminista encontró diversas aportaciones en la Escuela Nueva, como el referente ideal para dar consistencia y fundamentar científicamente la modernización de las escuelas.

Para difundir las nuevas ideas educativas, la Diputación de Barcelona presidida por Prat de la Riba, creó en 1913, el Consell de Pedagogía por la Comunitat, que agrupaba cuatro diputaciones catalanas. El Consell de Pedagogía, dirigido por Eladi Homs, publicó revistas que fueron grandes instrumentos de divulgación de las ideas de la Escuela Nueva.

Las Escoles d’Estiu (las escuelas de verano), impulsadas por Eladi Homs también tuvieron a partir de 1914, un papel importante en la difusión de las nuevas ideas educativas entre los maestros.

La creciente demanda de mano de obra femenina y los cambios en la vida doméstica, provocaron nuevas situaciones sociales y cambios en los modelos familiares y de atención a los hijos. Asimismo, se producía la progresiva disolución de las estructuras tradicionales de apoyo familiar que se daban en el mundo rural.

En 1904, se crearon las Juntas Provinciales y Municipales que mejoraban las condiciones de vida de los menores; y  más tarde en 1908, se creó la Junta Provincial de Protección a la Infancia de Barcelona.

La Diputación de Barcelona impulsó en 1913 un proyecto de reforma de la Casa de la Maternidad para que no fuera un centro de acogida de huérfanos, sino que se convirtiera en una institución para mejorar la atención a los desfavorecidos. De esta manera, a partir de 1914, esta Casa se convertiría en un punto de referencia para la difusión de las ideas de María Montessori.

A partir del siglo XX, Joaquín Torres, diseñó juguetes de madera con formas de animales, vehículos, muñecos, etc., formados con piezas desmontables. Esto lo ideó para proporcionarle a los más pequeños un entorno estimulante, para que desarrollaran sus capacidades, favoreciendo el aprendizaje infantil.

La burguesía catalana buscaba la modernización de las escuelas infantiles y es ahí cuando surge el método de la pedagogía científica de María Montessori. Tuvo un papel importante ya que se aplicó en dos escuelas; la Mont d'Or y la Casa de la Maternidad.
En 1917, el Ayuntamiento de Barcelona creó otra escuela montessoriana.

En 1937, se creó la CENU (Consejo de la Escuela Nueva Unificada), ésta pretendía introducir un cambio en la organización de la enseñanza y práctica escolar. Además se inspiraba en ideas anarquistas, socialistas y los principios de la escuela activa.
Pero las condiciones bélicas y la derrota de la república acabaron con este proyecto.

En 1993 se instaura el sello Pro-Infancia, con el objetivo de recaudar fondos en temporadas navideñas, porque con ese dinero protegerían a los más pequeños que tuvieran enfermedades infecciosas, como la tuberculosis, creando de esta manera, sanatorios, guarderías, etc.

En la transición democrática por la que estaba pasando Cataluña, fueron instauradas las casas cunas, párvulos y guarderías.

De este modo, en 1956, se crea la Escuela Talitha, es decir, párvulos para niñas, que provocaba la renovación de la Educación Infantil en Cataluña.

Tras la puesta en marcha de esta escuela, un año después, se creó la Escuela Jardín de Educadores donde se podían formar profesionalmente durante dos años para las escuelas infantiles catalanas.

En definitiva, al final de a dictadura lo que se buscaba y exigía era un sistema educativo democrático con profesionales bien formados y que fuera gratuita e integradora, además de abierta a la sociedad y respetuosa con la pluralidad lingüística y cultural.

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