miércoles, 9 de agosto de 2017

UNA EDUCACIÓN INFANTIL DE CALIDAD

Una Educación de calidad es aquella que forma mejores seres humanos, es decir, ciudadanos con valores éticos, que cumplen con sus deberes y conviven en paz. También puede definirse como una educación que genera oportunidades de progreso y prosperidad para las personas y el país.
Asimismo, la calidad educativa puede referirse a los efectos que están valorados por la sociedad. Existen 5 dimensiones de la calidad:
  1. Filosofía.
  2. Pedagogía.
  3. Cultura.
  4. Sociedad.
  5. Economía.
Como afirma (Graells, 2002) "La calidad en la educación asegura a todos los jóvenes la adquisición de los conocimientos, capacidades destrezas y actitudes necesarias para equipararles para la vida adulta".

Para un sistema educativo de calidad existen varias características:
  • Debe ser accesible para todos los ciudadanos.
  • Debe facilitar los recursos personales, organizativos y materiales. Todo ello ajustados a las necesidades del alumno/a para que todos tengan las mismas oportunidades.
  • Promover el cambio y la innovación en la institución escolar y las aulas.
  • Promover la participación activa del alumnado.
  • Lograr la participación de las familias.
  • Facilitar el desarrollo y bienestar del profesorado y trabajadores del centro.
A partir de ahí, una Educación Infantil debe tener unos aspectos claves para cumplir, que permitirá el aumento de la calidad.

1. Organización de los espacios. Requiere espacios amplios, bien diferenciados, de fácil acceso y especializados. Además, es necesario la existencia de un espacio donde puedan llevarse a cabo actividades conjuntas de todo el grupo, es decir, asambleas, canciones, etc.

2. Equilibrio entre iniciativa infantil y trabajo dirigido a la hora de planificar y desarrollar las actividades. El currículo no hay que sustituirlo pero a la vez, los docentes pueden planificar actividades que estén orientadas al desarrollo de las competencias específicas que figuren en la propuesta curricular.

3. Atención privilegiada a los aspectos emocionales. Todo en la Educación Infantil está formado de aspectos emocionales, desde el desarrollo psicomotor, al intelectual, al social, al cultural. Por ello, deben crearse oportunidades de expresión emotiva de manera que los niños/as vayan reconociendo sus emociones y haciéndose con su control.

4. Uso de un lenguaje enriquecido. Sobre el lenguaje se va construyendo el pensamiento y la capacidad de decodificar la realidad y la propia experiencia, es decir, la capacidad de aprender. Se debe crear un ambiente para que todos los niños interactúen.

5. Diferenciación de actividades para abordar todas las dimensiones del desarrollo y todas las capacidades. El crecimiento es un proceso global e interconectado y por eso, cada ámbito del desarrollo requieren intervenciones que lo refuercen.

6. Rutinas estables. Los niños necesitan siguen una rutina para sentirse seguros y tranquilos en su ambiente. Además, los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional  y ésto les proporciona un mecanismo importante para su educación y para la construcción de su personalidad.

7. Materiales diversificados y polivalentes. Una clase de Educación Infantil debe ser estimulante por lo que tienen que existir materiales de todo tipo con diferentes formas, tamaños y de material diferente.

8. Atención individualizada a cada niño/a. Es necesario mantener cada cierto tiempo contactos individuales con cada niño/a. Es el momento del lenguaje personal, de orientar su trabajo, de darles pistas nuevas, de apoyarle en la adquisición de habilidades o conductas muy específicas, etc.

9. Sistemas de evaluación que permitan el seguimiento global del grupo y de cada uno de los niños/as. Se debe tener una orientación y contrastar el progreso para saber si llega a los propósitos establecidos. Como mínimo de deben de incorporar dos tipos de análisis.
  1. Análisis del funcionamiento del grupo en conjunto.
  2. Análisis del progreso individual de cada niño/a.
10. Escuela abierta. La escuela debe adaptar las necesidades reales de los niños/as, convirtiéndoles en los protagonistas de su aprendizaje, es decir, se debería respetar sus ritmos y priorizar sus intereses y motivaciones. Por ello, la participación de la familia en la escuela enriquece el trabajo educativo de los docentes y pueden ayudar en la elaboración de actividades más ricas. Asimismo la familia conocen los aspectos del desarrollo infantil, conociendo mejor a sus hijos/as.


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